La Comisión Provincial de Patrimonio Histórico de Sevilla, que forma parte de la Consejería de Turismo y Cultura, ha dado su aprobación a un proyecto para realizar un escaneo tridimensional de las ruinas de la antigua ciudad romana de Munigua, ubicada en Villanueva del Río y Minas, utilizando un dron equipado con un escáner láser tipo «Lidar». Esta decisión fue tomada el 8 de noviembre y recogida por Europa Press.
El asentamiento se encuentra en las estribaciones de Sierra Morena, en una colina de aproximadamente 150 metros de altura, en el término municipal de Villanueva del Río y Minas.
Los investigadores señalan que esta población romana fue establecida en el siglo I antes de nuestra era para aprovechar los recursos mineros de la zona, principalmente cobre y hierro. Se desarrolló hasta convertirse en un «centro económico, político y religioso» en su entorno durante los primeros cuatro siglos de nuestra era.
Los edificios públicos más importantes, cuyas ruinas se conservan en el yacimiento arqueológico, datan del siglo I de nuestra era, como las termas, el templo de podio y el foro. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo III, el asentamiento habría comenzado a declinar, perdiendo su importancia económica y religiosa hasta ser abandonado en el siglo VIII.
Un estudio realizado por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y varias universidades españolas, sugiere que Munigua pudo haber sufrido un terremoto durante su período de declive. Este estudio utilizó una «cartografía de efectos arqueológicos de terremotos», identificando un total de 85 registros en las principales estructuras de la antigua ciudad.
Los efectos de este supuesto terremoto se traducen en muros colapsados, caídas de pilares y columnas, desplazamientos y fracturas en las construcciones. En dos de las viviendas excavadas en el yacimiento, se encontró un mayor número de evidencias del terremoto, que coinciden con el final del siglo III.
Estos resultados respaldan la hipótesis de un evento sísmico que afectó a Munigua, ya que la mayoría de los daños analizados en la zona baja de la ciudad están datados arqueológicamente hacia finales del siglo III.