El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) ha presentado el catálogo de la exposición ‘La Máquina española. Donación de Pepe Cobo’, que ha sido una aproximación a la labor desarrollada por el fundador de la mítica galería sevillana. El libro, editado por la Junta de Andalucía, cuenta con textos de la comisaria de la muestra, Laura Revuelta, del artista Rafael Agredano y de la especialista Mar Villaespesa.

El catálogo incluye una entrevista en la que Cobo repasa el recorrido de la galería sevillana desde 1984 hasta enero de 1988, y revisa la revolución cultural que supuso La Máquina Española a finales del siglo XX por su afán de aunar la idea del arte sin fronteras con una combinación de artistas andaluces y extranjeros de la más rabiosa contemporaneidad.

La publicación, con diseño de Teresa Barroso y Ana Díaz, e imágenes de Pepe Morón, Luis Pérez-Mínguez y Eduardo Trías, sigue de cerca las obras donadas por Pepe Cobo, su propia personalidad iconoclasta como galerista y, también, la de los artistas a los que lanzó y apoyó desde La Máquina Española.

Pepe Cobo tomó prestado el nombre de La Máquina Española de unas sátiras políticas de Francisco de Quevedo en un intento real y contundente de remover el adormecido ambiente artístico sevillano de la época pero también de criticar «la obsesión por la localización de los artistas en plena construcción del nuevo Estado de las autonomías». Su afán era superar esas divisiones geográficas y convertir su galería en un foco vanguardista.

La Máquina Española tuvo varias sedes en Sevilla. Desde 1984 hasta 1987 estuvo situada en el número 22 de la calle Pastor y Landero, en el barrio del Arenal. En 1988 Cobo trasladó La Máquina Española a Madrid, que se inauguró en enero de ese año con una exposición de la artista norteamericana Cindy Sherman. En 1990 regresó a la sevillana plaza Cristo de Burgos hasta 1991, y volvió a reabrir en este mismo espacio como Galería Pepe Cobo desde 1999 a 2001. La última galería que tuvo en Sevilla estuvo situada en la calle Cardenal Cisneros entre 2001 y 2004.

Pepe Cobo y los artistas de La Máquina Española rompieron moldes y crearon incomodidades para, desde ellas, hacer pensar. Esa capacidad del arte de regenerar, cambiar y evolucionar fue la que experimentaron en los años 80, mediante contactos y conversaciones intelectuales que permitieron el crecimiento personal de todos ellos.

El libro rastrea también la implicación cultural de los principales medios de comunicación activos en aquel momento y sirve como homenaje a la figura del recordado Pepe Espaliú, cuya profundidad y cultura enciclopédica le hizo ser «mucho más que un artista al que representaba para erigirse como un verdadero colaborador».

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